martes, 14 de agosto de 2012

Votar todos los días

El actual sistema electoral mantiene nuestro voto cautivo durante 4 años; es decir, 48 meses; es decir. 1.461 días. Sin embargo, las situaciones cambian constantemente, a veces de un día para otro. Muchas veces los políticos tienen que tomar decisiones sobre aspectos que no estaban tratados en su programa electoral o que estaban tratados de forma muy superficial. Y muchas veces también resulta que las decisiones que toma el partido que hemos votado no coinciden con lo que nosotros pensamos. Pero, sin embargo, no podemos hacer nada porque nuestro voto es inamovible.

Así, suele suceder que los mayores incumplimientos del programa se dan al principio del mandato, porque tienen mucho tiempo por delante para que se olvide todo. De hecho, cuando se aproximan las elecciones, vuelven a prometer cosas que son del gusto de sus potenciales electores.

Todo ello es fruto de un sistema decimonónico que perdura en el tiempo. No se ha ido adaptando, porque a los que mandan no les ha interesado. Están cómodos con el sistema, que les beneficia.

Pero en plena era de Internet, estamos en condiciones de cambiar ese sistema obsoleto. Y, con ello, de conseguir que los políticos, nuestros gobernantes que, al fin y al cabo son nuestros empleados, estén realmente a nuestro servicio, y no como en la actualidad en la que tenemos la sensación de que ellos mandan y nosotros obedecemos.

El sistema que quiero proponer aquí es un sistema de elección dinámico. Es decir, que el voto de cada ciudadano puede cambiar de un día para otro, como cambian las circunstancias de la vida política.

Por supuesto, no se trata de celebrar elecciones cada día, sino de implantar un sistema electoral basado en Internet, de forma que cada ciudadano, con su DNI electrónico, por ejemplo, y sus claves, pueda tener acceso a su voto y modificarlo cuando lo considere conveniente. Todo ello debería realizarse mediante un sistema que asegure el secreto del voto, pero que permita, de una forma verificable, saber en cada momento el número de ciudadanos que están otorgando su confianza a cada partido.

Habría que establecer en cada ayuntamiento lugares públicos donde poder ejercer el voto, para quien no pueda o no quiera hacerlo desde su propio ordenador.

Si esta idea se combina con la anterior, se obtiene un sistema en el que, en el momento de efectuar las votaciones, se sabría exactamente cuántos ciudadanos respaldan la propuesta. Es decir que cada votación sería una especie de referendum.

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