jueves, 6 de septiembre de 2012

Los grandes defraudadores son como los genocidas

Nuestro país está atravesando graves dificultades económicas. Pero resulta que hay mucho dinero escondido de forma fraudulenta, dinero que se oculta al fisco y, por tanto, se nos oculta a todos los españoles.

Hace unos meses, el Gobierno tuvo la idea de promulgar una amnistía fiscal. Es decir que todos los defraudadores que contaban con dinero negro, podían blanquearlo pagando sólo un 10 por ciento, en lugar de lo que realmente les habría correspondido.

Sin embargo, y según parece, sólo ha aflorado un 2% de la cantidad que el gobierno había previsto.

A la vista de esto yo creo que la estrategia ha sido equivocada. Los delincuentes de cuello blanco han tomado al gobierno por el pito de un sereno. Y hay que tomar medidas reales para que esto se solucione. Por ejemplo, endurecer la ley y acelerar los procesos judiciales. Un gran defraudador nos está privando de fondos importantes que podrían destinarse (o más bien, que deberían destinarse) a los servicios públicos. Hay ciudadanos que van a perder su asistencia sanitaria o la van a ver retrasada hasta límites insoportables para su salud; ciudadanos que, hay que decirlo, van a morir por falta de atención, debida a la falta de recursos económicos de la Administración...

No creo ser demagogo si culpo a estos grandes defraudadores de la muerte de muchas personas. Por lo tanto, su delito debería equipararse a delitos mayores, como el de genocidio. Sé que suena duro, pero hay que mirar las cosas de una forma global: desde las consecuencias hasta su origen.

Hay que cambiar la percepción de las cosas. Estos grandes defraudadores son grandes delincuentes y deben pagar su delito con penas de cárcel.

Hay que recordar aquí el caso sangrante de Hervé Falciani. Falciani trabajaba para el banco suizo HSBC, uno de los mayores refugios de cuentas opacas en las que se ocultan los grandes defraudadores de todo el mundo. Pues Falciani tuvo la osadía de hacer públicos los datos de 80.000 clientes de este banco que incumplían sus obligaciones fiscales en sus respectivos países. Curiosamente, la familia Botín, coincidiendo con este evento, regularizó su situación de forma voluntaria e ingresó a las arcas de todos los españoles 200 millones de euros que, al parecer, habían "distraído".

Pues bien, Falciani tuvo que huir de su país y fue detenido en Barcelona el 1 de julio. Y desde entonces se encuentra en prisión, porque Suiza ha solicitado su extradición.

Falciani, que ha conseguido que España y otros muchos estados recuperen parte del dinero que los delincuentes de cuello blanco se habían llevado, paga su acción con la cárcel, mientras que esos delincuentes siguen en la calle buscando nuevos refugios para los frutos de su latrocinio. Y esto es así porque saben que lo más probable es que su delito les salga gratis.

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