sábado, 6 de junio de 2015

Las mafias de hoy en día y sus sicarios

Cuando veo películas sobre temas de la mafia, uno de los personajes más odiosos es el recaudador, el que pasa por los negocios a cobrar el “impuesto” (y nunca mejor utilizada la palabra: impuesto), el que amenaza y acosa a los pobres que no pueden pagar. Mientras tanto, los jefes mafiosos se codean con las autoridades y aparecen como ilustres empresarios.

Pues bien, en España, a día de hoy, el odioso personaje existe. Su trabajo se ha modernizado y las amenazas las realiza por teléfono. Pero en poco se diferencia del sicario de la mafia. Se trata de personas que trabajan para supuestos bufetes de abogados que se dedican a cobrar deudas contraídas con la Banca. Y su forma de hacerlo es el acoso, la extorsión, la llamada constante, la amenaza… Esos supuestos bufetes son carroñeros que, cuando un banco tiene dificultades para cobrar una deuda, compran esa deuda por cantidades ridículas, para luego extorsionar al deudor.

Con la crisis, este tipo de empresas ha proliferado, ya que su negocio consiste en sacar a los más pobres lo poco que puedan tener. Son como esa gentuza que se dedica a ofrecer falsos empleos llamando a teléfonos de pago. Se aprovechan de la necesidad para lucrarse. Y España, junto a Portugal, son los únicos países europeos que no tienen una regulación que ponga freno a esta gentuza.

He podido comentar el asunto con personas afectadas, y una cosa que ha salido a colación es la catadura moral de los empleados de estas mafias. ¿Podrán dormir tranquilos después de extorsionar cada día a decenas de personas, de conducir a muchas de ellas al borde del suicidio? Me decía un amigo que, al fin y al cabo, ellos no son más que trabajadores. Pero no es así. Los sicarios son sicarios. Sé que en esta época es difícil encontrar un puesto de trabajo. Pero el que el trabajo sea legal no quiere decir que sea moral. Y muchos preferiríamos morir de hambre antes que destrozar la vida a gente a la que las cosas no le han ido bien.

Pero otro aspecto importante en esta cuestión es saber quién es en este caso el jefe mafioso. Pues está bien claro: son las entidades financieras. Los culpables de la crisis son rescatados con el dinero de los ciudadanos. Parte de estos mismos ciudadanos, se ven imposibilitados de hacer frente a sus deudas por la crisis que las entidades han ocasionado, y además, parte de su dinero ha ido a parar a esas mismas entidades. Pues bien, esas entidades, en lugar de ofrecer a los afectados un apoyo, por ejemplo en forma de descuento en su deuda, llegan a acuerdos con sicarios para que parezca que ellas no tienen nada que ver en el asunto.


Por poner un ejemplo: una persona debe al banco 100.000 euros. Pero como se ha quedado sin trabajo por la crisis, no puede hacer frente a ellos. El banco, en lugar de dirigirse al deudor y buscar soluciones, o decirle, por ejemplo, “Sé que no puedes pagarme todo; págame 25.000 euros y estamos en paz”, se dirige a una empresa carroñera a la que le dice: “Págame 10.000 euros y tú cóbrale los 100.000 a este pobre hombre, que si lo hago yo, me perjudica en mi imagen”. Es decir que el banco, en lugar de favorecer al afectado por la crisis, prefiere favorecer al extorsionador. Eso sí, ¡que parezca que fue un accidente!

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